El miedo está latente en una plaza llena de gente. En el podio, el candidato colombiano Gustavo Petro, vestido con un chaleco antibalas, está rodeado por un ejército de escoltas que intercambian miradas nerviosas.
El espectro de un magnicidio domina la campaña para las elecciones presidenciales del 29 de mayo, en las que, por primera vez, la izquierda tiene la oportunidad de llegar al poder con este senador y exguerrillero. En el pasado, las balas cambiaron el rumbo de una elección en Colombia.
En el siglo XX, cinco candidatos presidenciales fueron asesinados por opositores, narcotraficantes o paramilitares de extrema derecha con la ayuda de agentes del Estado: tres de izquierda, uno de ellos exguerrillero como Petro, y dos liberales.
Si bien ya no es un país tan violento, Colombia aún enfrenta la amenaza del narcotráfico y decae en los esfuerzos por consolidar la paz, luego de varios acuerdos con rebeldes y paramilitares.
En febrero, Petro dijo a la AFP: “El fantasma de la muerte nos acompaña”. Eso fue antes de que su equipo expusiera un plan para matarlo.
Ante la amenaza, el exalcalde de Bogotá tuvo que tomar la plataforma prácticamente blindada el 5 de mayo en Cúcuta, en la frontera con Venezuela.
Desde entonces se ha reforzado su esquema de 60 escoltas, sin contar los efectivos que la fuerza pública le reserva en sus viajes.
Felipe Botero, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes, cree que un asesinato en 2022 “es un riesgo muy real”.
“Pueden intentar matar a Petro como candidato, pero también es muy posible que intenten asesinarlo si gana la presidencia. Y ese es un escenario tanto o más preocupante”, dijo a la AFP el analista.
Francia Márquez, la ambientalista negra que se postula para la vicepresidencia en la boleta de Petro, también denunció amenazas, al igual que la campaña rival del derechista Federico Gutiérrez, quien expresó preocupación por su propia seguridad.
– Miedo –
Tres tiros, Bogotá, 1948. El candidato liberal a la presidencia Jorge Eliécer Gaitán cae en una céntrica avenida. Su asesinato incendia la ciudad y alimenta un conflicto interno que, medio siglo después, sigue sin extinguirse.
Cuatro décadas después, en una sangrienta secuencia, también fueron asesinados el comunista Jaime Pardo Leal (1987), el liberal Luis Carlos Galán (1989) y los izquierdistas Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro (1990), todos candidatos presidenciales.
Alexander Gamba, profesor de la Universidad Santo Tomás, enumera tres razones por las que “es posible” un ataque a Petro.
La primera es que en Colombia hay “profesionales de la violencia” con capacidad para cometer este acto, como los 20 mercenarios que participaron en el asesinato del presidente de Haití en 2021.
En segundo lugar, ciertos sectores presentan una eventual victoria de Petro como “una gran catástrofe nacional” y han creado un “ambiente” en el que “esa acción es patriótica”.
Finalmente, el país “no tuvo una alternancia política” que diera lugar a la izquierda, que se asocia, por parte de sectores conservadores, con la rebelión armada.
La campaña del candidato considera que puede ser una estrategia sacarlo de la plaza pública, donde es muy activo.
El gobierno de Iván Duque dice que Petro es “una de las personas más protegidas” del país, y no se han validado las sospechas de un atentado.
“Desestimar una amenaza de muerte en un país donde cientos de personas son asesinadas anualmente por sus ideas políticas me parece, en el mejor de los casos, miope”, criticó Botero.
No es solo Petro quien teme por su vida.
“Cuidado con la seguridad de Federico Gutiérrez”, tuiteó el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) en días pasados, al sugerir “tener información seria” relacionada con una posible trama.
En 2002, el propio Uribe escapó de un ataque con explosivos por parte de la entonces guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que intentó sin éxito truncar su candidatura a la presidencia. En su biografía, Uribe reporta haber escapado de 15 ataques.
Gutiérrez es el principal rival de Petro. Cuando fue alcalde de Medellín (2016-2020), ganó adeptos con su política de mano dura contra el crimen organizado.
Fuente: Con Agencias